Un domingo distinto en Gualeguaychú…
De La Haya a Florencio Varela
El razonamiento ambiental respecto de la gestión de éste, reza una frase muy trillada “Think globally, Act locally” (Pensar globalmente, Actuar localmente). Lo que no se tiene en cuenta es que la operatividad del sistema global dominante utiliza idéntica estrategia. Entendiendo esto se estará muy cerca de obtener la explicación a los males que nos aquejan. Aquí, allá y donde quiera, el orden criminal del mundo nos domina y condiciona desde emprendimientos locales, con distintos niveles de contaminación dentro de su lógica de optimización, generando menos mano obra (trabajo obrero) más productividad, fundamentalmente dentro de países o regiones emergentes y económicamente dependientes; hacia una global generación de ganancias, pensadas y dirigidas hacia un pequeño grupo, la gran corporación, fundamentalmente dentro del mundo desarrollado.
Así entenderemos cómo llega, entre otras, Botnia/UPM a Fray Bentos y por qué la Corte Internacional de La Haya no aplicó el simple sentido común que debiera haber obligado al traslado de la pastera fuera del frágil ecosistema de la cuenca del río Uruguay. No me cansaré de remarcar, que acudir a la Corte de La Haya, fue igual que procurar defender a Cristo en el mismísimo infierno. Allí en el epicentro de las decisiones que son administradas por el señor mercado y el señor dinero. Mientras aquí el sistema global ha hecho metástasis en los intereses populares, en una orgía del consumo de recursos naturales y profundización de la pobreza.
A nivel local y al igual que con las antenas de telefonía celular y las emisiones de baja frecuencia con sus efectos en el organismo, los PCB´s en los transformadores, el agua de consumo, que ha pasado a ser un bien suntuario manejado de manera mercantilista. Le ha llegado el turno a la basura. Un Estado que desde siempre nos dijo:- “Sin CEAMSE no hay paraíso, barramos debajo de la alfombra”. Pero pareciera que en estos tiempos y solo a Florencio Varela y Berazategui (en todo el Conurbano) llegan tecnologías de “primer mundo” a deslumbrar a nuestros dirigentes, a sabiendas que el mantenimiento de las mismas está diseñado para presupuestos de aquella parte del planeta. Son elecciones cegadoras del condicionante sistema, que se sinergiza cuando aparecen quienes desean hacer de este problema un negocio; mercantilizar la basura significa la necesidad de la propia basura para subsistir. No se analizan los problemas supremos, o mejor dicho, no conviene analizarlos, ni siquiera mencionarlos. A tal punto que se pone en juego la productividad del suelo, la sensibilidad del agua subterránea, la calidad de vida de los habitantes.
No es momento de discutir tecnologías ni reglamentaciones para tal o cual tratamiento, es momento de formar mentes nuevas que piensen de la mejor manera, que sepan interpretar el problema. No vengan ahora con la urgencia de que no hay más lugares para enterrarla, eso ya lo sabían hace mucho tiempo, el tiempo necesario para haber podido trabajar el tema y hacer entender a los habitantes qué es lo que hay que hacer con la basura, instituir una nueva cultura al respecto. Ahora debemos formarnos, aprender, entre otras particularidades a diferenciar residuos en casa, a rehusar lo que se pueda o no consumir productos con exceso de residuos potenciales. Si se ha perdido tiempo es responsabilidad absoluta de nuestros dirigentes, se torna fundamental entender que se debe crear una base sólida en la gente para que esto funcione. Si no, sería como intentar escribir un libro antes de aprender el abecedario.
Fue así que un domingo se encontraron ambos conflictos en Gualeguaychú, con muchos puntos en común, la incomprensión e irracionalidad dirigencial, a nivel local y global, y la falta de sentido común en la toma de decisiones.
Carlos E. Mora
Licenciado en Gestión Ambiental
La Capilla es Varela
TODOS SOMOS LA CAPILLA
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