lunes, 28 de enero de 2008

Pasteras del Río Uruguay: nuevas formas del mismo saqueo

FASE DEPREDADORA PARA LA REGIÓN

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Boletín quincenal Nº79 - Prensa De Frente en Gualeguaychú y Colón.
Los ingresos que abastecen a la economía de la región del litoral de ambas partes de la cuenca del Río Uruguay, responden al turismo, la apicultura, la ganadería, la agricultura, la pesca, etc. Sin embargo, el modelo de forestación data de más de quince año en las tierras uruguayas. En 1980, bajo la aprobación del gobierno de facto, se promulgó una ley cuyo objetivo era transformar al Uruguay ‘en un país forestal’. Hoy, con el Frente Amplio en el poder, las empresas multinacionales siguen siendo beneficiadas con los enormes subsidios que el estado provee para este fin.

Este modelo ha instalado el monocultivo de eucaliptus y pinos, produciendo drásticas consecuencias para los chacareros del interior del Uruguay. En primer lugar, existen muchas zonas que ya no tienen agua en las napas subterráneas por la gran absorción que requiere la producción de eucaliptus, alterados genéticamente para acelerar su crecimiento. Fue a partir de 1995 cuando los pozos, cañadas y bañados de la zona se comenzaron a secar. Las tierras fértiles para el ganado, la lechería, la hortifruticultura, la producción cerealera, el agro, están siendo desvastadas por el avance irrestricto de la forestación. Estas zonas son las que registran un mayor incremento en los niveles de pobreza e indigencia. Por esta razón, las consecuencias presentan un éxodo rural que produce una sobre urbanización en las ciudades, dando lugar a la desocupación, marginalidad, y al incremento de la violencia en las urbes.

La forestación ocupa cuatro trabajadores cada mil hectáreas, gran parte del personal es subcontratado (en negro) por las empresas. Las grandes pasteras, como Botnia, no permiten la sindicalización de sus trabajadores. Estas empresas subcontratantes le cobran a los trabajadores las herramientas, la comida y el combustible para la maquinaria. En la empresa Alto Paraná en Misiones, hubo varios conflictos por parte de los hacheros, hoy “motosierristas”, ante las condiciones infrahumanas en las que trabajan. La casi totalidad de los trabajadores forestales viven en condiciones de semi-esclavitud.

Botnia está instalada en zona franca, exenta del pago de cualquier tipo de impuestos, y comenzó a producir entre un 15 y 20 por ciento, aunque su vocera diga que está funcionando en un 80. Las zonas elegidas para la forestación, son las más cercas a la fábrica, para abaratar costos de transporte, son las tierras más fértiles del Uruguay. Lentamente, se está llegando a otra de las terribles consecuencias de este modelo económico: la casi total extranjerización de las tierras.

“El hecho fundamental de que hayan sido corridas de Europa responde al uso de componentes contaminantes con cloro. Allí fue prohibida la utilización de elementos con cloro. El cloro mata todo, agua, insectos, peces, animales. Y toda la zona afectada por las pasteras, demuestra que la economía de nuestra región quedó desvalorizada”. Dijo a Prensa De FrenteEmilio, asambleístas de Gualeguaychú.

El proyecto final es la instalación total de siete pasteras sobre la cuenca del río: ENCE, que comenzó su obra en la zona de Conchillas, sobre el río de La Plata y que sigue extrayendo celulosa de la zona de Fray Bentos sobre el Río Uruguay. También Stora Enso, que se instalará en el departamento de Durazno. Weyerhaeuser, de capital norteamericano, Intenacional Paper y Portucel. Estas empresas son las que han anunciado sus inversiones, algunas con un territorio ya demarcado para su instalación, otras en construcción, otras funcionando; todas con sus latifundios ya forestados. Botnia informó una producción de un millón y medio de toneladas de pasta de celulosa por año. El resto ha anunciado iguales o superiores niveles.

Botnia y ENCE, enjuiciada por delito continuado de contaminación en Pontevedra, Galicia, son corporaciónes finlandesa y españolas de integración multinacional repsectivamente. Ambas trabajarán con tecnología ECF, (Botnia ya ha comenzado), que sustituye el cloro elemental por el dióxido de cloro, agente oxidante que produce compuestos orgánicos clorados, entre ellos dioxinas y furanos, agentes cancerígenos, persistentes en el tiempo, pueden permanecer en el medio ambiente entre 20 y 30 años, de efecto acumulativo. Esta misma tecnología se ha implementado en Valdivia, Chile, donde murieron más de cinco mil cisnes de cuello negro.

“El efecto más jodido es que hoy por hoy vemos el cielo limpio, y respiramos el aire libre, no vemos humo, no sentimos olor, pero si el viento sopla para acá nos pueden estar cayendo dioxinas, clorasmo de dioxina, que eso por aire viene y viaja y viaja, y nos llueve y nos cae, y es algo que realmente no lo podemos percibir. Para detectar eso necesitamos laboratorios que cuestan más de un millón de dólares, distribuidos por todos lados. Se habla del humo, del olor, pero no se habla en la prensa de algo que impacta a larga data, pueden seguir los años y parecer que no pasa nada porque esto es acumulativo, toma el tejido adiposo, es bioacumulable, difícilmente degradable y totalmente persistente. Se va instalando en la zona, en la gente, en los animales, en todos los seres vivos, y el tejido adiposo es lo que más acumula y la cadena alimenticia termina en el hombre, así que termina en el asado, en la vaca que come el pasto, en la leche de la vaca, va a todo lo que es graso. Las mujeres están directamente expuestas al cáncer de mamas porque es en el tejido adiposo es donde más impacta”. Comenta Horacio, asambleísta de Colón.

El proceso de producción de celulosa de Botnia, busca el mejor nivel en calidad del producto terminado. Un papel óptimo en calidad. “La madera es marrón, no sería tan grave utilizar el papel marrón, dice Horacio, el problema es llegar al papel blanco, llegar a la fibra sola y comerle todo lo marrón de la madera, que es la lignina con cloro, esa combinación es lo que genera lo más contaminante de la producción”.

La planta demanda más de 80 millones de litros de agua dulce por día, gran parte de la cual volverá al río a una temperatura elevada, cargada de contaminantes tóxicos. La empresa insiste en demostrar que no contamina, con estudios dudosos y -tardía- campaña de prensa.

Sin embargo, como parte de la estrategia de ocultamiento y falsedad de a empresa, Emilio, asegura que lo que les preocupa son las más de veinte perforaciones que han hecho, y los caños que han puesto debajo del agua hacia la salida del río, donde los residuos tóxicos propios del proceso químico industrial a altas temperaturas, no estarían siendo devueltos al río, sino a las napas subterráneas. “Tenemos información que están reinyectando las napas de agua inferiores, contaminado las napas de agua de toda la zona, y si continúan contaminarían también el acuífero guaraní. Ahí tiran ácido sulfúrico, y todos los derivados del cloro”. El Acuífero Guaraní es una de las reservas de agua subterránea más grades del mundo, abarca un área de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados, atraviesa, Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay. Actualmente el agua es uno de los bienes comunes clave, teniendo en cuenta que sólo el 0,7 por ciento de todo el agua dulce es accesible al uso humano.

“ENCE sigue contaminado”, asegura Emilio. Esta empresa permanece en su lugar original picando madera, para lograr el chip, materia prima de la celulosa. Este proceso de picado se hace con agua, que también se devuelve con altos niveles de toxicidad. “Hay una laguna, de más o menos, unos doscientos metros en la salida del caño de ENCE, que es la salida de donde pican madera, ahí vos ves un montón de peces muertos.”

Los primeros testigos en encontrar las consecuencias directas han sido los pescadores lugareños, quienes tiran sus redes y sacan peces muertos. Luego de que la empresa española haya anunciado su construcción sobre el Río de la Plata, Botnia logró reacordar con el gobierno uruguayo un permiso para poder utilizar dos metros cúbicos de agua por segundo, por lo que no se sabe cuánto va a terminar produciendo realmente. “Cortar la ruta es un hecho menor”, admite Emilio, ante la inminente amenaza contra la vida que ejecuta la planta de celulosa Botnia.


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